Por Mariam Ludim Rosa Vélez
El año 2013 me legó un gran tesoro que me llamó de una mesa de venta de libros durante el Segundo Congreso de Psicología de la Universidad Católica que se llevó a cabo durante el mes de marzo en Ponce. El texto titulado Atrévete: Secretos del coaching para transformarte y expandirte de la psicóloga argentina Lidia Bequer, aborda los beneficios de la Ontología del Lenguaje. Según explica la autora, esta práctica, utilizada en el coaching, “destaca que el lenguaje nos constituye como personas: nos creamos a nosotros mismos a través de él y producimos una nueva realidad”. Me sorprendió muchísimo porque en esos momentos estaba leyendo y releyendo el libro Yo declaro: 31 promesas para proclamar sobre su vida del predicador Joel Osteen, pastor de la multitudinaria iglesia Lakewood en Houston. Las primeras líneas del texto expresan: “Nuestras palabras tienen poder creativo. Cuando declaramos algo, ya sea bueno o malo, damos vida a lo que estamos diciendo”.
Me pareció una linda casualidad que los dos libros que estaba leyendo tuvieran un mismo hilo conductor: el poder de la palabra.
Bequer nos afirma: “Adopta la actitud de quienes dejan de pensar en los obstáculos a vencer en las conquistas a lograr y declara: ‘yo estoy siendo una persona ganadora que aprovecho el horizonte de posibilidades que me brinda la vida, disfruto de cada experiencia, desarrollo mi potencial y alcanzo el logro que me propongo”.
Mientras, Osteen puntualiza: “No voy a declarar derrota en mi futuro. No voy a declarar fracaso sobre mi vida. Le daré la vuelta y declararé favor a mi futuro. Declararé: ‘Soy bendecido. Soy fuerte. Soy sano. Este será un gran año’. Cuando usted hace eso, está bendiciendo su futuro”.
Expresa Bequer: “el lenguaje nos permite crear nuestra manera de ser, constituyéndonos en el tipo particular de personas que somos, más allá de los condicionamientos biológicos, históricos y sociales. Por medio de él, le damos sentido a nuestra vida, nos interpretamos a nosotros mismos y al mundo”.
Establece Osteen: “con nuestras palabras podemos bendecir nuestro futuro o podemos maldecir nuestro futuro”.
Estamos en los albores de un recién inaugurado año, momento que muchos utilizan para establecer resoluciones. Lamentablemente otros tantos fracasan en el intento al sostenerlas a veces por una semana y luego olvidarlas. Tal vez les falta experimentar el poder de la palabra. Asegura Bequer: “a través de la palabra generamos acciones, creamos nuevas realidades”. Indica Osteen: “usted tiene que enviar sus palabras en la dirección que vaya su vida”. Se trata de una experiencia transformadora que se forja en un día a día, no meramente en esas horas emocionales que caracterizan el recibimiento de un nuevo año.
Hoy -ya sea leas esto en enero, en agosto, en noviembre o diciembre- es un buen día para declarar compromiso, mejoramiento personal y profesional, nobleza, perdón (a ti mismo y a otros), discernimiento, paciencia. Con el lenguaje crea caminos fructíferos. Con las palabras construye veredas de comprensión, habitaciones de tolerancia y moradas de armonía. Declara transformación positiva, declara un día a la vez. Experimenta el poder de la palabra.
Me encanta. Es muy cierto y lo he leído en el momento más necesario. Gracias
Hola Wanda:
¡Gracias por visitarme! Estoy convencida: las palabras son poderosas y tenemos que asegurarnos que nos lleven a lugares positivos. Un abrazo.
Mariam Ludim